Incomparables
El dicho popular nos recuerda que las comparaciones son odiosas, pero la realidad nos sugiere que son inevitables.
La mayoría de las personas cuando empiezan en el box a día de hoy, lo hacen sin referencias externas. No saben muy bien a que se van enfrentar y por lo tanto no tienen una vara de medir demasiado desarrollada. Los días se suceden y nuestro cerebro de mono travieso comienza a establecer comparativas. Inconscientemente , las personas nos vamos midiendo con nuestros semejantes simios. Empieza a aparecer una pequeña rivalidad, que bien asumida y bien entendida, ayuda a empujar a las personas mas allá de sus propios límites. Es eso que se llama, competitividad sana.A veces ésto se vuelve tóxico y empieza a lastrarnos.
Paralelamente, se observa a aquellos que empezaron con nosotros, y se empieza a establecer la misma comparativa. Normalmente si eres del grupo destacado no hay problema, pero si te está costando avanzar más que a los demás, ahí los cuervos empiezan a acecharte peligrosamente.
No somos iguales.
No lo somos.Tenemos similitudes, pero no somos idénticos.Somos sistemas complejos, y tratamos de entendernos como sistemas simples. Una mínima variación en un sistema simple tiene efectos previsibles. Una variación mínima en un sistema complejo puede representar en el tiempo un cambio exponencial. El mismo cambio en dos sistemas complejos similares pero no idénticos puede producir resultados diferentes.
Morfológicamente el hecho de tener extremidades mas o menos largas influye sobre nuestras palancas y nuestra fuerza a la hora de levantar cargas pesadas, o nadar o lanzar objetos. El tipo de fibras musculares que tenemos influye en la velocidad y resistencia, o simplemente el vagaje deportivo de cada persona hace que sea mas apta en una u otra tarea.
De base, ésos parámetros hacen cualquier comparación odiosa. ¿Cómo se puede saber objetivamente la tasa de mejora entre dos individuos diferentes en un tiempo determinado?
Siguiendo los mapas.
La ciencia ha creado mapas para nosotros. Confiamos en ella ciegamente porque, claramente es la única «certeza» que tenemos. Somos bastante inútiles viviendo en la incertidumbre y necesitamos controlarlo todo. Con ella creamos modelos de funcionamiento y protocolos y usamos nuestra limitada «lógica» intentando reducir las realidades a partes pequeñas. mentalmente pensamos,Si cojo A y aplico B, el resultado será C, y ésto será aplicable a todos los individuos.
En una encuesta realizada por la revista Nature a científicos, el 70 % declaró no haber podido reproducir los resultados de otros investigadores en estudios anteriores.
En 2018 Kiely en un artículo(Periodization Theory:Confronting an Inconvenient Truth) hace una revisión de estudios de intervención sobre tipos de entrenamiento.En el concluye que cuando se trata de intervenciones a nivel de grupo, los participantes que siguen programas de entrenamiento similares, desarrollan adaptaciones al entrenamiento muy diversas.
«No es que existan responders y no responders, sino personas que se adaptan de una forma, y otras que lo hacen de otra forma o que necesitan otro estímulo para conseguir esa misma adaptación» (Pickering 2019)
Cuanto mayor es la muestra de los estudios mas difícil es entender cómo y por qué se produce esta variabilidad y cómo y por qué funciona cada intervención en cada deportista(Pol 2021), de ahí la importancia de la individualización.
Es entendible que evidentemente en un deporte como el nuestro, de clases grupales, aunque yo, programo en base a las necesidades mas flagrantes del grupo, el principio de individualización no se cumple como tal, de ahí que haya que relativizar estas evoluciones dispares y pasar de la aparente lógica que nos dicta el ego de:¿por qué esta persona evoluciona y yo no?.
Todos no respondemos de igual manera ante el mismo estímulo. No pienses que en tu caso va a ser necesariamente diferente.
El efecto instagram
Una parte importante de Instagram es que funciona con los anhelos. Piensas en tus carencias y comienzas la búsqueda de soluciones en forma de vídeos(reels los llaman los modernos). El algoritmo hace de las suyas enseñándote lo vídeos que te enganchan y continuamente te muestra personas que hacen impecablemente aquello que tu tratas de conseguir, aumentando el efecto de «a todo el mundo le sale menos a mi».
Paralelamente en el box hacemos lo mismo. Miramos a quien ha conseguido ya aquello que no hemos logrado nosotros. El foco nunca está en lo que tenemos, siempre en lo que creemos que nos falta. Nadie mira hacia el escalón inferior, todos miramos hacia arriba. Es un juego de espejos infernal que no solo sufrimos en el box, sino también en nuestra vida diaria. Damos por hecho que los demás tienen lo bueno que tenemos nosotros, mas aquello que nos falta.
Mentalmente tampoco somos iguales y la autopercepción y nuestra historia personal nos colocan en lugares que acabamos haciendo nuestros. Somos una mezcla de lo que somos actualmente con las etiquetas que nos han puesto a lo largo de la vida. Aquellos que tienen una mejor percepción de si mismos o aquellos que son capaces de desafiar sus propios límites llegan siempre antes a los sitios.Muchas veces no nos damos cuenta de que nuestros problemas son problemas comunes, y que tu envidias la habilidad de alguien para hacer gimnásticos por ejemplo, y es probable que esa persona envidie tu habilidad para levantar o tu capacidad aeróbica. Somos el pez que se muerde la cola de la envidia.
Incluso hay que saber identificar que situación personal tenemos en cada momento. Compararse con tu «yo» de antes que tenía menos obligaciones, o que llevaba una vida más relajada sería un ejercicio de futilidad. La diferencia entre entrenar como un atleta o como un superhéroe cotidiano es la cantidad de obligaciones que tienes fuera de tu vida deportiva.
«Cada hombre se encadena a si mismo sus grilletes: son la ignorancia, la pereza, la preocupación por su propia persona y el miedo. Debe liberarse a si mismo, mientras acepta el hecho de que todos somos de éste mundo y que en verano sudamos y en invierno tiritamos»B.Lee
Estamos cableados para compararnos.Es como una maldición interna que tenemos y muchas personas se frustran por ello, pero no significa que no podamos librarnos de ello.
La única comparación válida es compararte con el tú de ayer y no hay persona de ayer que no sea derrotada por la consistencia diaria. Nadie te asegura que llegues a ningún sitio trabajando, pero cierto es que sin trabajarlo te aseguro que nunca llegarás.
Olvida a los demás, olvida el público. Elimina el ruido de la ecuación y céntrate en tu persona. Define dónde quieres llegar y trabaja por ello. Si aún no has llegado la respuesta es simple. Necesitas seguir trabajando.
Un viejo maestro Zen decía:
«Si se dan las condiciones, lo haré. Si no se dan, las haré».
Sólo con la mera idea de luchar por lo que quieres, ya estás mejorando como individuo. La verdadera fuerza no es solo levantar pesos, sino luchar para vencer lo que tienes en contra.